domingo, 23 de diciembre de 2012

EL GRAN RETO

Como todas las tardes, Enedina daba un paseo por el parque y disfrutaba en llevarles de comer a las palomas, que venían presurosas a picotear las migajas de pan.  Contemplaba con tristeza a los niños que corrían y jugaban por todas partes.  Cuánto deseaba haber nacido bonita y tener un esposo, pero todos corrían de su joroba y la horrible cara que le había tocado. Aunque en realidad ni siquiera sabía si era fea, ya que nunca buscaba la forma de verse mejor.   Sus vestidos eran holgadas y cerrados hasta el cuello, sus zapatos eran sólo mocasines y tenis. Jamás se había puesto una gota de maquillaje. Gustaba sentarse frente al lago sobre el pasto, doblando las piernas y pies sin calzado, cubiertos por la amplia falda, para ver nadar a los patos y soñar con todo aquello que no tenía. 

Una tarde se acercó hasta la orilla un sapo y con pequeños brinquitos llegó frente a Enedina.  Se quedó mirándola.  Aquellos ojos saltones la hipnotizaron.  Su desbordante imaginación creó de inmediato un mundo maravilloso con esa nueva presencia y un profundo suspiro escapó de sus labios.  Ante el estupor de Enedina el anfibio la sujetó por la falda y, con artes mágicas, la arrastró hasta el fondo del profundo estanque.  Ahí la rodearon muchas mujeres, en verdad bastante repulsivas, que al verla se empezaron a burlar de ella, a insultarla y escupirle  el rostro, para después golpearla hasta dejarla sin vida.  Ya así, la jalaron de las piernas y se la llevaron a un nido infestado de víboras hambrientas.

Su espíritu voló y llegó hasta el Tribunal Superior, donde se revisó su vida y se demostró el desperdicio que había hecho, anhelando sólo la belleza física e ignorando los dones que le habían sido conferidos.  Fue condenada a tomar otro cuerpo más tortuoso, a fin de pagar sus errores.

Abrió los ojos y miró lentamente a su alrededor, sintió la cama bajo su cuerpo.  Estaba paralizada de miedo.  Aquel sueño había sido espantoso y tan vívido.  Sus ojos recorrieron su recámara y todo estaba como siempre. Pero al tocar sus piernas, sintió algo raro…. ¡no eran suyas!   Saltó de la cama para verse en el espejo grande que tenía detrás de la puerta.  La imagen que vio la horrorizó.  El sueño había sido real.  Frente a sí veía una mujer increíblemente…..  ¡hermosa!
                                                                                           
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