domingo, 24 de febrero de 2013

DES-COMUNICADOS

Adelina estaba feliz.  Al fin se había podido comprar un teléfono celular con la mayor cantidad de opciones: abrir su correo en internet, acceder a las redes sociales (aunque por el momento no le interesaban), tomar fotos, enviar mensajes de texto y, lo más importante, hablar con Eduardo todos los días.  Eran muy pocos los momentos que podían estar junto.  Por eso estuvo ahorrando hasta comprar el teléfono “más inteligente”.

- Hola, cariño, este sábado tendremos una parrillada en la casa. ¿Crees que podrás venir?
- No lo creo, Ade, estaré de guardia desde el viernes y ya sabes que son 48 horas seguidas.  Pero el siguiente sábado estaré libre y podremos pasear los dos solitos. ¿Estás de acuerdo?

Eduardo era médico internista en el Hospital Siglo XXI. Era un muchacho de 25 años, ojos vivaces e inteligencia despierta.  Su mayor anhelo: especializarse en neurocirugía.  Había luchado mucho para llevar a cabo la carrera, trabajando para costear los muchos compromisos que se iban presentando continuamente, ya que sus padres no podían cubrir todos los gastos.

- Estoy en el viaducto, atorado.  Parece que hubo un accidente, o quizá a alguien se le acabó la gasolina.  ¿Y tú, crees que llegarás?
- Por supuesto que llegaré. Hace dos meses que no nos vemos.  Aunque será más tarde pues el tráfico está lentísimo.  Ando por el aeropuerto, traje a mi hermana que se fue a Monterrey.

Adelina era una joven veinteañera, vivaracha y a quien la vida le había sonreído.  Bonita, con cuerpo atlético, enormes ojos negros y una sonrisa cautivadora.  Había estudiado en los mejores colegios de la capital.  Cuando conoció a Eduardo estaba a punto de viajar a Londres para estudiar el ‘college’.   Pero todo se canceló.  Sintió que él era el hombre perfecto y el resto del mundo desapareció para ella. Mas no para sus padres.

- Me siento la mujer más feliz del mundo, Ed.  Hubiera querido que anoche fuera para siempre.  Hoy mismo empezaré a preparar todo para la boda.  No exagero, apenas tenemos tres meses y a veces los trámites se complican. 
- Lo dejo todo en tus manos, Ade.  Aquí en el hospital cada día hay más trabajo.  Ya casi no voy a casa.  A veces tardo más en llegar allá que en que me vuelvan a llamar.  Claro, que las consultas y operaciones se programan, pero siempre hay emergencias.  El otro día llegó un hombre con un balazo en la cabeza y….

Adelina trabajaba en una compañía de arquitectura y decoración.  Ella coordinaba los trabajos, pues era excelente administradora.  Por lo mismo, su trabajo le permitía un horario flexible, que aprovechó para empezar con los mil detalles de la boda. 

- Sí, Angelina, tú y mi hermana serán las damas de honor más guapas del universo.  Alfonsina ya me enseñó el lazo: es un enorme rosario hecho con bolitas forradas de seda, ¡está precioso!
- Pues el ramo que te encargué, será el más hermoso que hasta ahora hayas visto jamás.
- Será la boda perfecta… como siempre la soñé. ¿No lo crees?
- Claro que sí.   Ahora que Eduardo ya es residente en el hospital, tendrá más tiempo libre.  Por fin, después de tantos años de espera parece que tendremos boda.

Y llegó el ansiado día.  La iglesia de San Ignacio de Loyola lucía esplendorosa, con los jarrones llenos de azucenas blancas en los respaldos de las bancas.  Todos los invitados, amigos y parientes habían llegado.  Excepto el novio.  Había sido retenido en el hospital por una cirugía urgente e ineludible, por tratarse de un pez gordo.

- Bueno, procederemos con la boda… bastante inusual – dijo el sacerdote – ya que el novio estará presente a través de este aparatito.
- Adelina Méndez Guerrero aceptas a Eduardo Montes Madrigal por esposo, para honrarlo y cuidarlo en la riqueza y en la pobre....
-  Sí, sí acepto.
-  Eduardo Montes Madrigal aceptas a Adelina Méndez Guerrero por esposa para honrarla en la pobreza y en la riqueza, en la salud y en la enfermedad.
- Sí, acepto.  Una enfermera había entrado al quirófano ex  profeso para sostener el celular junto a la oreja de Eduardo.  Al dar el sí, todos los que le rodeaban gritaron de gusto, deseosos de abrazarlo… cuando el paciente murió.

Adelina también se tuvo que encargar de montar su “nido de amor”  ya que Eduardo disponía de pocos ratos.  En muchas ocasiones cuando llegaba a casa a descansar, Adelina estaba trabajando en la oficina, en el super, en alguna comida, etc.  Sus encuentros eran furtivos.

- Sí, mi amor, ya estoy a punto de tener a nuestro hijo en mis brazos.  Estoy nerviosa, pero muy emocionada.
- Me hubiera gustado tanto estar contigo durante el parto, cariño.  En cuanto termine la audiencia iré corriendo a verlos. 
- Si no, nos veremos en casa, cariño.

Felipillo fue un niño sano y fuerte.  Muy parecido a su padre, de ojos castaños, nariz recta y mentón redondo.  Creció entre nanas, institutrices e internados.  Sus padres trabajaban mucho para asegurarle un buen futuro.

- No es posible, mamá, que no puedas estar presente en el sepelio de mi padre… tu marido.
- Estoy bloqueada en el carril central del segundo piso del periférico.  ¿Qué quieres que haga… brinco desde aquí para coger un taxi?, aunque quizá tendrá que llevarme primero a un hospital.
- Mejor hubieras tomado una ruta alterna.  Ya sabes que a estas horas el periférico siempre está atascado.  Parece que te metes en los congestionamientos a propósito.

Cuando su hijo Felipe se casó, tampoco pudo llegar a la boda  - Río Churubusco estaba totalmente parado, por el paso de un señorón que iba desfilando en su vatimóvil.  Al bautizo de su primer nieto llegó después de la ceremonia, cuando la iglesia estaba vacía.  Pero no tenía tiempo para ir hasta la casa de su hijo.  Así que no le pudo entregar su regalo.

- Hola, hijo, espero que estés bien y que oigas este recado.  Estoy por Sta. Fe, no sé exactamente dónde.  No me he sentido muy bien últimamente y he tenido que ir a ver al médico.  Es un problema del corazón.  Creo que no volveré a verte.  Me siento terriblemente mal, creo que me estoy yendo.  Saludos a todos.   A – di – o – s.

               < < < < < . . . . . > > > > >        2013

domingo, 17 de febrero de 2013

UN BESO DE MAMÁ

Como todos los días, Rosalba salió a pasear con sus mascotas, Pingüica y Muñeca, dos preciosas maltesitas, de pelaje largo y lacio. La primera parecía grisácea, ya que su pelo oscuro estaba entramado con hilos casi plateados y la segunda, era totalmente negra.  Las cuidaba con esmero, paciencia y mucho amor.

Esa tarde, después de varias cuadras, llegaron a su zona preferida, un andador bordeado de viejos árboles, siempre frondosos, cuyos líquenes llegan hasta el suelo y donde había una fuerte y profunda energía llena de paz.  Como siempre, les quitó las correas de las pecheras, para que pasearan a su gusto.  De pronto, apareció un gran danés que cogió a Pingüis del cuello, se dio media vuelta y se fue corriendo con ella.

Rosalba se olvido de Muñeca y corrió tras el monstruo que le arrebataba a su criaturita.  El animal salió del andador, cruzó la calle y se metió en una casa justo enfrente.  Rosalba gritaba como loca ¡detente!  ¡detente!  Por la parte trasera de la casa salieron dos personas que le gritaron algo y el animal soltó su presa.

Pingüica corrió aterrada hacia la salida, pasó junto a Rosalba, cruzó la calle y se internó en el andador.   Rosalba corrió detrás de ella, llamándola para que se detuviera, hasta que la pequeña reaccionó y se paró.  La tomó entre sus brazos, le puso la correa a Muñeca, que se había quedado como esperándola y se fue lo más rápido posible a casa.  Iba temblando.

Dejó a Muñe en casa, tomó las llaves del coche y se fue volada con el veterinario, Luis Manuel, un buen amigo.  “No te preocupes, no fue nada, apenas le abrió un poquito la piel, pero ni siquiera necesita puntadas.  De no ser por la pechera le hubiera hincado los dientes y con su peso podría haberla herido de gravedad.  Ya me ha tocado curar a otros perros pequeños por algo similar, debe ser la misma perra que cree son sus hijos.  Deben de haberle quitado a toda la camada o se le murieron todos. Y por desgracia no hay siquiatras para ellos.”

Ya más tranquila, Rosalba regresó a casa.  Su madre, al verla entrar con la cara desencajada, se asustó.  “¿Pero qué pasó? oí que trajiste a Muñe y te fuiste volada en el coche…” Rosalba le contó lo ocurrido con palabras entrecortadas por el llanto y los nervios que brotaban estremeciéndola.  Su madre la abrazó para que se desahogara, mientras le acariciaba la cabeza besó su frente.  Ya más tranquila le dijo:  “No cabe duda, mami, que un beso tuyo tiene el poder de curar cualquier herida.”

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domingo, 10 de febrero de 2013

¿HASTA CUÁNDO?

Susana se quedó atónita ante aquel reportaje sobre la ‘verdad’ del Jesús bíblico.  Lo describía como un guerrillero que luchaba por exiliar a los romanos de Judea y así, recuperar el trono,  como legítimo heredero del Rey Salomón.  ¿Sería posible que hubieran torcido tanto la personalidad de un hombre ‘fuera de serie’ y que sus hazañas las trucaran en apostolado?  En el artículo se decía que Judas traicionó  a Jesús porque nombró a Pedro su mano derecha, en vez de a su padre, Simón Iscariote, hermano de Jesús.  Por ello mataron a Judas colgándolo y abriéndole las entrañas, una muerte lenta y muy dolorosa que se aplicaba a los traidores.

Dejó la revista sobre sus piernas y recargó la cabeza en el respaldo del sillón.  Le costaba trabajo imaginar al dulce Jesús de guerrillero, encabezando una bola de intrigantes y envidiosos ‘apóstoles’ que se coludían unos contra otros.  Pero… ¿por qué mandaron una cohorte de 600 soldados – cuando que se decía que habían sido seis -  a tomarlo prisionero?  Otra mentira más sobre tantas anteriores, una larga cadena de verdades a medias,  relatadas con muchos puntos divergentes, según sea quién cuente la historia. 

Susana cerró los ojos con el deseo de borrar todas las ‘historias’ que el mundo ha ido contando y seguirá haciéndolo.  Quizá dentro de 200 años le endosen la misma historia a otro personaje, como el Che Guevara ¿por qué no?  Por su pantalla mental pasaban imágenes difusas de diversos acontecimientos.  Y pensaba ¿será que al hombre le gustan más las mentiras que la verdad?  Ya desde que el mundo nació el homo sapiens empezó a inventar explicaciones para todos los sucesos que afectaban su vida y no podían entender. Y sigue inventando.

¿Y dónde encontrar la verdad?  Cada quien cuenta lo que ve o cree haber visto  “con sus propios ojos”, pero lo percibe desde un punto diferente al resto del mundo.  Lo terrible es hacer creer a la mayoría algo que de antemano se sabe que es una falacia, por pura conveniencia del grupo que lo divulga.  Hay tanta desinformación tendenciosa….

-Hola, mami, ya llegué.  La voz de su hija la despertó de su marasmo.   –Hola, nena, qué tal te fue en el colegio, le contesto Susy tratando de hacer a un lado sus cavilaciones. 
–No muy bien. Tuve una pelea… bueno, una discusión con la profe de historia…  Se  detuvo un segundo al ver la cara grave y las cejas arqueadas de su madre, pero antes de que dijera nada, prosiguió.  -…es el colmo, Ma, que todavía digan que Cristóbal Colón descubrió América.  Alcé la mano y le aclaré a la seño Elsa que ya sabíamos que los chinos llegaron mucho antes…  -Y más antes fueron los vikingos en sus magníficos barcos, apuntó Susy.  –Así es.  Pero a ella no le hizo gracia y me castigó.  Y aunque eso digan los libros, ella tiene la obligación de exponer los descubrimientos recientes.  Debería ponerse al día ¿no lo crees?

-Por supuesto.  Esa historia la escribieron los descendientes de  “los conquistadores”.  Y es increíble que aún se siga contando en los textos escolares la falacia de la conquista española. Cuando que los aztecas, los hombres águila – los más sabios – entregaron Tenochtitlan, por el conocimiento visionario que tenían del destino de su raza, y lo aceptaron.  Lo más triste es que con esa historia de la ‘conquista’ heredamos una postura de derrotados, frágiles e inútiles.  Nada más lejos de la herencia que nos legó una civilización tan desarrollada como la azteca, que tenía más adelantos que Europa en aquellos años.

-Todo eso me hierve la sangre, Mami.  ¿Por qué se sigue con el mismo cuento, después de quinientos años?  ¿A quién hay que seguirle rindiendo pleitesía?-   Iliana de apenas 17 años se desesperaba ante el borregismo de la mayoría.  En sus grandes ojos negros se notaba una mente inteligente e inquita.

-Quizá a los poderosos de esos cinco siglos les convenía que el pueblo se sienta derrotado e inferior, para mantenerlos bajo el vasallaje de un gobierno opresor y déspota.  Los nombres han cambiado, las costumbres también, pero la esencia de hacernos doblegar la cabeza ante el poder es la misma.  Y para colmo, la religión que debería ser li-ve-ra-do-ra, impone el “santo temor de Dios” para manipular a las masas en su provecho, con la promesa de un premio en el más allá, o un castigo si se rebelan.

-¿Te acuerdas cuando fuimos a Sta. Ma. Cacaxtla?   Se me revolvió el estómago de ver todas aquellas pinturas, que cubrían las paredes de la iglesia, con los tormentos que sufrirían los indios si desobedecían a su ‘amos’.  Y decían que venían a enseñarles a todos esos “seres sin alma” una vida mejor.  ¡Qué blasfemia!  Se cubrían de santidad y el amor a  Cristo, cuando su emblema era un hombre  torturado y sangrante, pero se horrorizaban por los sacrificios de esclavos.  Por eso la capilla de indios, estaba afuera de la iglesia,  para que no vieran esa espantosa cruz.  Pobres inocentes criaturas asesinadas en miles.

-En el aniversario de los 500 años pudimos haber gritado la verdad de cómo fueron los hechos:  la población fue diezmada  en un 90% por las muchas enfermedades que trajeron las hordas de desarrapados ‘conquistadores’.  Era el momento de restituir la dignidad moral a toda América.  Pero nadie lo hizo.  Se conformaron con las disculpas  del gobierno español.  ¡Qué cómodo!-  Susana calló, con un nudo en la garganta y las lágrimas brotando de sus ojos.

-No tiene caso desesperarnos, mami, la estructura social no va a cambiar… por lo pronto.-  Ileana se levantó para acercarse a su madre y abrazarla.  –Ya no más filosofía y vámonos a dar una vuelta.  ¿Qué tal que me invitas algo rico?

Con un pequeño esfuerzo, Susy sonrió a su ‘pequeña’.  –Tienes razón, nada ganamos con rumiar sobre tanta miseria interna.  Mejor vamos a darle gusto a la panza.  –Me voy a cambiar el uniforme, ahorita regreso.

Susana se levantó y fue a la venta que daba al jardincillo frontal de la casa.  Sus ojos recorrieron todo, como buscando algo.  Quería una respuesta, mientras en su mente conversaba con ese ‘alguien’ que podría contestarle:  ahora con la física cuántica que nos dice que nada es como lo vemos… que mi mano es un conjunto de miles de partículas en constante movimiento y ocupan el 0.001% del espacio… que esas flores rojas no son lo que mis ojos ven… que esta agua salada que escurre por mi rostro, tampoco es así….   ¿Por qué no nos enseñaron la realidad…  o es que sólo nos enseñaron SU realidad.  ¿Hasta cuándo llegaremos a conocer cómo es todo en realidad ?

          < < < < < - - - - - > > > > >         2007