domingo, 27 de enero de 2013

UN VERDADERO SEGURO DE VIDA (2a.parte)

- ¿Y ahora… para dónde corremos?  - preguntó ella.
-   No se ve nada que nos indique un poblado próximo, ni camino alguno. Lo único que podemos hacer es caminar hacia el oeste y el sol nos guiará. -  M504 hablaba y pensaba sobre lo poco que podía recordar de las clases que les daban .  En los libros de la “antigüedad”  habían visto ciudades ya desaparecidas.  ¿Sería el resto del planeta como el panorama que tenían ante sí?  Sin embargo, la libélula no podría vivir en ese ambiente.  Sintió la seguridad de que debía de haber algo más.

-  Vamos para allá, me pareció que el animalejo tomó esa dirección.  -  Señalando hacia el oeste, echaron a correr.

Tras un buen trecho fueron aminorando la carrera y continuaron a paso rápido.  Tenían que alejarse lo más posible.  Empezaron a encontrar unas plantas medio secas en pequeños grupos, que se fueron haciendo más altas y espesas, conforme avanzaban.  De pronto, oyeron un ruido lejano.  Un helicóptero venía hacia ellos.  Con rapidez se metieron entre los arbustos y se echaron tierra encima.  Sus trajes blancos, ceñidos al cuerpo, ayudaron a disimular su posición y el aparato siguió de largo.

-  Tendremos que quedarnos aquí hasta que oscurezca… entonces caminaremos hasta que vuelva a amanecer.  -  Ella estuvo de acuerdo.  Aprovecharon para comer algunas de las galletas que les daban sus tutores, siempre por la noche para fortalecer sus cuerpos.   También llevaba, cada uno,  una cantimplora con agua.

La vegetación se iba haciendo más verde y tupida conforme caminaban.  Poco antes del amanecer llegaron a un bosquecillo, con gran cantidad de árboles.

-  Aquí no podrán encontrarnos, casi no se ve el cielo.  -  Comentó 405, tirándose sobre la hierba para descansar de la caminata nocturna.

-  Sí, aquí nos esconderemos durante el día, por que no creo que se den por vencidos.   Más tarde podemos recorrer la zona para ver hasta dónde llega y qué hay más allá. -  Con una gran sonrisa 504 se estiró en la hierba  y dio varias vueltas para un lado y otro.

-  Qué bonito huele aquí.  Qué sabroso es rodar sobre las hojas.  Anda hazlo tú también y verás qué delicia. -  Se arrodilló  junto a 405 y la empujó del hombro y la cadera.    Ella se moría de la risa.  Rodó varias veces hacia un lado y luego volvió hasta chocar con los muslos de 504.  Por un momento se quedaron mirando, fueron acercando sus caras y se quedaron quietos rozándose las mejillas.

Se tiró a un lado de ella y se quedaron dormidos.  Pasado el medio día despertaron y comieron las pocas galletas que les quedaban.  Empezaron a caminar, más como un paseo que como una caminata de reconocimiento.  Todo a su alrededor les llamaba la atención.  Una cosa era haber visto algunas fotos y otra poder tocar las hojas, los troncos, la hierba, escuchar el canto de las aves que los dejaba embebidos.

-  ¿Por qué nos habrán dicho que todo esto se había extinguido hace tiempo?  Comentó 405, queriendo atrapar con los ojos todo cuanto la rodeaba.

-  Y también nos dijeron que era imposible respirar aquí, siempre viendo el desierto.. que deben haber sido fotos pegadas a las ventanas.   ¡Claro, tuvimos que subir mucho para salir!  Entonces… -  Se quedó pensando en tantos extraños detalles. 

-  ¿A dónde será que realmente se llevan a los “premiados”?  Ya no me creo lo del castillo dentro de una burbuja de cristal, en donde pasarán el resto de sus días felices.

-  Desde que apareció la libélula empecé a darme cuenta de cosas raras.  Anduve metiéndome en sitios donde no debería y convencí a G711 que me dejara hacer un trabajo en el ordenador, que me habían encargado.  Empecé a abrir archivos y encontré uno con fotos, nombres y más datos de un montón de gente.  Por curioso fui recorriendo la lista y… me topé con caras conocidas, con nombres muy largos, como se usaban antes… según nos contaron.  Como sólo iba a ratos, después de una semana encontré uno igualito a mi y otra igualita a ti…

-  ¿Será que ellos son nuestros padres? -  En su voz se denotaba su  ansiedad y el miedo a la respuesta.

-  No lo sé.  No se me ocurrió esa posibilidad porque… somos demasiado parecidos. -  Se quedó viendo a su compañera como estudiándola.  – Es exactamente igual a ti.  Y los hijos no son copias exactas de los padres.

-  En la clase de medicina vimos muchos padres e hijos, y a veces sus rasgos eran apenas notorios.  ¿Tú que piensas?

-  Lo he pensado mucho y no halló la respuesta.  Sólo sé que tenemos que encontrarlos..  Supuestamente estamos en Sonora, él vive en Monterrey y ella en Tampico.  Encontraremos la forma de llegar con ellos.  Avanzaremos sólo de noche y ya verás  que ¡lo lograremos! -  Sonriente apretó la mano de 405 y al ver sus verdes ojos, una corriente extraña recorrido su cuerpo.

Bien entrada la noche llegaron a una carretera.  Los coches pasaban muy de vez en cuando, sin hacerles caso.   Hasta que un trailero se paró.  ¿A dónde van? 

-  A donde vayas está bien. -  La puerta se abrió y subieron.  El hombre se quedó mirando sus trajes tan inusuales, mas no dijo nada.  Cuando llegaron a Garza García, el trailero les indicó por dónde seguir y cómo consultar la guía telefónica para encontrar a sus “amigos”.

-  Schwartz Federico… aquí está.  Vive en Av. Del Palmar 2517.   ¿Por dónde quedará eso, 405?

-  Creo que antes que nada debemos buscar unos nombres más adecuados que los números que hemos usado siempre. 

-  Tienes razón.  En este librote hay muchos nombres, escoge uno, aunque tu doble se llama Emilia.

-  Me gusta éste , señalando con el dedo y la sonrisa en los labios  -   Alejandrina.  ¿No te parece bonito?   ¿Y tú, te quedas con Federico?

-  Por lo pronto, después ya veremos.

Preguntaron a varias personas por la ubicación de la calle, que resultó algo lejos y al norte.  Caminaron todo el día y al atardecer llegaron a un conjunto residencial de grandes casas, rodeadas por hermosos jardines.  Los muros que delimitaban la propiedad no eran muy altos.  Decidieron saltar.  Siguiendo una vereda llegaron a la puerta principal.  Se quedaron un momento sin saber qué hacer.  La puerta se abrió mostrando un largo pasillo que llevaba hasta una lujosa estancia.  Cuando se asomaron, los miraba un hombre exactamente igual a 504.  Los dos muchachos se quedaron sin aliento.  Aquel hombre, con más años  ¡era una copia exacta de 504!

-  Tomen asiento por favor.  Tenemos mucho que platicar.  Me avisaron esta mañana que habían escapado del Centro-  Así que tuvieron que decir que habías crecido y te habías convertido en un joven apuesto… como yo lo fui.  O sea que, no los conservan en estado embrionario… - Clavó sus ojos en la chica tan penetrantes que la hizo estremecerse.  - …¿o sólo  ustedes crecieron?

-  Somos un montón de jóvenes que vivimos en cautiverio y engañados sobre lo que pasa realmente.-  La voz de 504 salía apresurada por los nervios y la inquietud.

-  ¿Y qué es lo que pasa, realmente? -  Su mirada se concentró en el muchacho, mientras sus labios esbozaban una sonrisa sádica.

-  Que nos han hecho creer que afuera el aire es irrespirable.  Que ahí adentro estamos seguros, hasta que alguien gana el premio y se lo llevan a un lugar especial, algo como un paraíso…

-  ¿Y en que ocupan su tiempo, mientras llega el “premio”?  -  Schawartz estaba super divertido al conocer los secretos de cómo operaba esa magnífica empresa que prometía la cuasi-inmortalidad.   Se le hacía agua la boca de imaginar lo provechosa que resultaría esta información.

-  Siempre estamos ocupados estudiando, hacemos dos horas de ejercicio físico, ayudamos en las labores de limpieza,  nos turnamos en la preparación de los alimentos, aprendemos a reparar máquinas y también tenemos clases de guitarra, piano y pintura.

-  O sea que son obreros, estudiantes prodigio,  artistas… mano de obra gratuita.  No cabe duda que ese conjunto de cabezas han ideado un negocio realmente “productivo”.  Analizaba en su mente, mientras los miraba, hasta con cierta compasión, a los dos rebeldes. - ¡Qué interesante!  En verdad, han creado mentes brillantes. –

-  Por favor, ayúdenos -  exclamó la chica.  – Ayúdenos  ¡a todos!  Ya no creemos en lo que nos han dicho, no después de haber comprobado algunas mentiras.  ¿Qué pasa con los que se llevan,  qué vida es para los que están esperando que les llegue el turno,  para qué nos cuidan tanto?

-  Por supuesto que los voy a ayudar.  Pero, cuéntenme cómo salieron de ahí y qué les hizo dejar esa ida tan regalada.  -  Le regocijaba   la idea de conocer algo que nunca hubiera imaginado,  y lo bien que iba a servirle  muy pronto.

Los muchachos creyendo en la comprensión de aquel hombre, detallaron las duras jornadas, los castigos muchas veces injustos, las prohibiciones de aproximación, la desesperante situación de esperar sin saber qué y la feliz aparición de la libélula que los condujo al exterior.

-  ¿Y todos piensan como ustedes, que esa vida es monótona y sin sentido?-  Una vez que terminaron el largo relato, era casi media noche, pero Schwartz quería saber más.

-  No, todos están como dormidos.  Sólo les interesa comer y pasarla bien.  Como no piensan no los castigan.  Aunque antes de salir compartimos el secreto del insecto con dos compañeros, no tan lelos, que lo tomaron muy en serio.

-  ¿Acaso saben ustedes cómo crecieron tan rápido?  Hace apenas cuatro años que me tomaron la muestra para crear un doble y tú pareces un muchacho de 20 años, más o menos.

-  Según sus cuentos, cuando se vivía aquí “sobre la tierra”,  el desarrollo físico era muy lento.  Pero,  por supuesto que no es cierto.  -   Schwartz con una sonrisa socarrona,  asintió con la cabeza. 

-  Yo también tengo cuatro años como él.  En los últimos meses estuve aprendiendo a preparar los alimentos y  los platillos eran diferentes según los años de cada grupo.   Se usan ingredientes especiales en algunos alimentos, como jugos, galletas y helados.  Además, por la noche recibimos cargas energéticas que aceleran el metabolismo.  Todo esto va disminuyendo conforme crecemos.    Al llegar al quinto año se anula todo procedimiento.  El cuerpo físico está completo.   Aunque siempre seguimos estudiando y manteniendo el cuerpo en buenas condiciones.  Incluso los más antiguos, de once años, siguen estando igual a nosotros.-  Alejandrina se quedó un momento callada, sopesando su pregunta. – Para qué quiere usted un doble idéntico?

La cara de Schwarta palideció, tragó saliva y como si no hubiera oído a la chica  trató de dorarles la píldora.  -   Ya es muy tarde, así que los llevaré a sus habitaciones para que descansen… se lo merecen.  -  Volviéndose hacia la chica, continuó.  -  Mañana seguiremos hablando, todavía falta mucho por conocernos.

Pasadas varias horas 504 fue a buscar a Alejandrina.  -  Tenemos mucho que averiguar.  Como para qué hacen dobles, porque yo vi la foto de tu “mamá” y es tan idéntica a ti, como este hombre a mí.

Acordaron buscar una computadora para tratar de encontrar algo importante, pues Schwartz debía tener contacto con el centro.  Al bajar las escaleras escucharon una voz baja que venía del despacho.  Llegaron a la puerta y escucharon claramente.

- … me han contado cosas muy interesantes los muchachos.  Que, por cierto, no son embriones como nos hicieron creer, sino seres completos y muy inteligentes.  Es una lástima que haya que deshacerse de tantos bellos cuerpos, tan sólo para quitarles un órgano,,, o dos  ¡totalmente desarrollado!  ¿Qué increíble verdad, Sr. Fonseca?

-   Lo importante en este momento, es que los retenga en su casa.  Ya salieron para allá un grupo de rescate.  De otro modo, cuando usted llegue a necesitar sus órganos, no los tendríamos.  Y por ahora, la Sra.  Florinda Albarrán está en el hospital esperando la operación y 405 allá… ¡en su casa!  Por el futuro bienestar de usted y el de esta mujer, le… suplico que nos ayude.  Después hablaremos de todo lo que usted desee.  -  La cara de Fonseca se veía claramente alterada en el monitor, mientras Schwartz se “relamía los bigotes” pensando en el jugoso acuerdo que lograría por su silencio.

-  Puedo asegurarle que todo está bajo control.  Nadie puede salir de la casa.  – A menos que descubrieran la combinación de la alarma, pensó para si.  – Mañana temprano recibiremos a su gente con un buen desayuno.  Hasta entonces.  -  Apagó la máquina, se levantó, ajustó el cinturón de la bata y muy contento se dirigió a su cuarto.  Se quedó helado al toparse con los dos muchachos en la puerta.

-  Con que de eso se trata.  Somos repuestos de órganos para cuando los necesiten. -  504 no le quitaba la mirada a Schwartz mientras caminaba lentamente hacia él.  -  Total, nadie sabe que existimos ¿no es así?

-  Ya veo que tus, o mis, neuronas se han desarrollado rápidamente.  Eres tan deductivo y lógico como yo. -  Se denotaba cierto orgullo en su voz.

- Pero no piensas entregarme, pues estarías bajo su control otra vez. ¿no es así… tocayo?

-  Por supuesto que no.  Yo te cuidaré como a mí mismo…

-  Hasta que por tu enfermedad, necesites el trasplante… y entonces yo…

-  Eso quizá nunca llegue.  Por ahora me están medicando y como la ciencia avanza  velozmente, es muy posible que no sea necesario .   La voz le temblaba ante la intimidación del muchacho que seguía acortando la distancia entre ellos. 

-  ¿Y crees que soy tan estúpido para tragarme ese cuento?  ¿También a ella la vas a proteger?

-  Bueno, eso es distinto.  Ellos la necesitan con urgencia.  Su dueña está en la sala de espera para…

- ¡¿ Su dueña ?!  -  La voz de 504 sonó como un tueno.  Schwartz sabía que el chico era más fuerte físicamente que él y podía liquidarlo en un instante.  – O sea que, TÜ eres mi dueño.  ¿Cuánto pagaste por este salvoconducto con derecho a destruirlo cuando se te antoje?

-  Eres un seguro de vida, para cuando esté en peligro mi vida por el cáncer que tengo… sólo entonces el trasplante…

-  ¿A costa de otra vida?    Porque… yo…  ¡ESTOY VIVO!

- Pero, es que ellos dijeron que nunca crecían, que los mantenían… ellos también nos engañaron…  -  Schwartz sólo logró encogerse cuando 504 estaba junto a él.  De dos golpes certeros lo dejó tirado en el piso.

A la mañana siguiente llegó una camioneta rentada con cuatro hombres.  El principal mostró sus credenciales, que fueron cuidadosamente revisadas por Federico.

- Buenos días, señor Schwartz, venimos por los fugitivos, según se le informó a usted anoche. 

- Lo siento mucho, pero se escaparon. -  Esperó unos segundos a que se les pasar el susto.   – No cabe duda que son muy hábiles.  Me golpearon y no sé cómo consiguieron la combinación de las puertas.  Cuando desperté no había ni rastro de ellos.  Mire que chichón tengo en la cabeza. -  Tomó la mano del hombre y la puso sobre el golpe.  La retiró incómodo.

-  ¿Podría permitirme llamar a la central?

Con paso seguro condujo al hombre hasta el despacho.  Le mostró la computadora y se instaló detrás de él para ver la clave de acceso.   Cuando Fonseca apareció en la pantalla, volteó hacia su anfitrión pidiéndole privacidad.

-  Con mucho gusto.  Iré a ver si sus hombres apetecen algo.

Veinte minutos después regresó el subalterno de Fonseca.  Todos estaban en el comedor tomando café con unos ricos bollos calientes con mantequilla.  Una mujer regordeta y de edad madura apareció con una jarra de café.  El emisario la examinó detenidamente, pero no correspondía en absoluto con la prófuga.

-  ¿Cuánto personal de servicio tiene, Sr. Schwartz?  -  inquirió el jefecillo mirando por todos lados.

-  Sólo dos.  Ale que nos trajo el café y quien atiende mis comidas personalmente… es una excelente chef.  Y un valet, Rogelio, quien cuida de mi guardarropa y mi persona.  No necesito más.  Con la tecnología actual casi todo se hace sólo apretando un botón.

-  Muchas gracias por su cortesía.  No tenemos mas que regresar.  El Sr. Fonseca se comunicará con usted más tarde.  -  Cada uno de los visitantes estrechó ceremonioso la mano de Federico y se marcharon.

En el centro de operaciones el pandemónium se había desatado.  Fonseca convocó a una junta extraordinaria.

-  Señores, estamos en una situación desesperada.  Los fugitivos no fueron localizados. -  Un fuerte rumor recorrió la sala.  – Lo peor es que la Sra.  Albarrán está en peligro de muerte… y nosotros en peligro de perderlo todo.  Necesitamos encontrar una solución de inmediato.

El Dir. de Desarrollo Humano tomó la palabra.  – Tenemos un molok de la hermana de esta mujer.  Siendo consanguíneas, quizá  no haya rechazo.  En caso de haberlo, será fácil de controlar.

-  Me parece la única salida… y muy  oportuna.  Si queremos sobrevivir debemos intentarlo.  -  Intervino Kyer, Dir. Gral.

-  Pues manos a la obra, que el tiempo apremia.-  Diciendo y haciendo el biólogo en jefe puso el ejemplo.

Los paró en seco la voz de Kyer -  También debemos pensar cómo evitar esta situación en el futuro.

-  Lo mejor sería eliminar a toda esa camada.  Pues parece que hay dos o tres más que están “despertando”. -  Arguyó el Director Técnico.

-  ¡Pero eso costaría millones…!

-  Siempre es mejor perder algo que TODO, -  concluyó el Director de Finanzas.

-  Y habrá que revisar cuidadosamente cada paso genético y biológico en la “colmena”, para que esta desagradable experiencia nunca se vuelva a presentar.-  Concluyó el Sr. Kyer.

 Algunos días después, en la computadora de Schwartz apareció un mensaje de Fonseca:  “Buen día, Sr. Schwartz, antes 504, quien ahora también encubre a su compañera, la 405.  Está bien, ganaron.  Suplantas a tu tutor y ahora eres él y no hay manera de refutarlo.  Dejemos las cosas así y no hagan nada de lo que puedan arrepentirse.  Hasta nunca.”

Alejandrina y Federico se abrazaron felices.  Eran libres, aunque hubieran querido hacer algo para liberar a todos, pero ellos eran demasiado poderosos.  Mejor seguir con vida y disfrutar de los besos y las caricias que habían aprendido en la tele.  Si era algo tan estimulante ¿por qué se los negaban?  Antes de un año tendrían la respuesta.

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