sábado, 9 de junio de 2012

DISCAPACIDAD EMOCIONAL

Cuando Catalina llegó a su casa era tarde y venía muy cansada, tanto del trabajo- el ambiente tenso, las bromas pesadas de los compañeros que había que ‘torear’ todos los días -  y también por el tráfico  y la neurosis de los conductores, que era más evidente cada día.  Pero al abrir la puerta, todo cambió:  Mafalda la esperaba con la alegría de siempre, brincando y urgiéndola para que la cargara y poder demostrarle su inmenso amor.   Cata soltó lo que traía, se sentó en el piso y se dispuso a recibir la fresca oleada de bienestar que este pequeño ser era capaz de darle.

Después, rápidamente Mafalda traía su pelota para  jugar.  Y como del cansancio y tedio ya ni quien se acordara, comenzaba Cata a rodarle la pelota a la ‘pelotilla peluda’ como ella le decía, que la pepenaba y brincaba a  cualquier sillón y ahí, entre cosquillas, besos y mordidas  trataba que la soltara, para volver a aventarla.  Mafalda no tenía tope, pero Cata medía muy bien el tiempo de juegos, no fuera a ser que se agitara demasiado y se le afectara el corazón… igual que a cualquier humano.

En una ocasión en que Cata salió de vacaciones, al volver encontró al Campeón enfermo, era el perro que cuidaba las instalaciones de la empresa donde laboraba.  Tenía varios rodetes en el cuerpo, sin pelo y en carne viva.  Preguntó por aquí y por allá, pero nadie sabía nada, incluso hubo quién dijo ¿cuál perro?  A esos los consideraba discapacitados mentales, visuales y emocionales.  Mejor se fue directo al teléfono y llamó a Jorge,  su gran amigo veterinario – quien siempre le prestaba ayuda – para que atendiera a Campeón.  Habrá que darle un litro de leche al día, repartida en tres tomas, con una cucharada de aceite de hígado en cada una,  cambiarle los papeles donde duerme todos los días y verás que rápido se recupera. 

Catalina siempre andaba ayudando a cuanto perro se encontraba en peligro, y en la capital era frecuente,  no importaban los esfuerzos o peligros o el tiempo que le llevara.  Y siempre contaba con el respaldo de Jorge,  quien la apoyaba sin importar la hora.  Sabes, Jorge me gustaría tener mucho, pero mucho dinero para ayudar y proteger a tantos animalitos desvalidos, porque la Asociación Protectora de Animales, no hace nada.    No te creas, Cata ellos hacen mucho, pero ya no pueden con el inmenso crecimiento de la ciudad en donde nacen cientos a diario,  más de los que podrías recoger tú a diario por las calles. 

Sí, tienes mucha razón.  El problema es la falta de educación…. De la gente, claro.  En vez de operar a las hembras, o al menos cuidarlas en la época de celo, las echan a la calle dizque ‘para que se diviertan’.  Pero más bien la gente morbosa es la que se divierte viendo cómo montan a la perra un perro tras otro, hasta dejarla exhausta y muy lastimada, mientras los machos se pelean por ser el siguiente, con tanta furia que luego  quedan  cojos y a veces hasta tuertos.  ¡No se cómo puede haber gente tan estúpida!   Pues, sí, Cata, la ignorancia es la madre de todas las pentontadas  que suceden en este mundo.

Catarina, como la llamaba de cariño, hacía honor al sobre nombre:  era bajita, regordeta, con cabello rojizo y ojos profundamente negros.  A ´pesar de su apariencia amable y risueña, tenía un carácter fuerte y decidido,  entusiasta y firme.  Nacida en Leo,  el sol la hacía muy activa y, por ende, su ascendente, Aries,  la fuerza y el ímpetu,  la empujaban a luchar por sus ideales – con los cuernos de Aries o las garras de Leo – sin importar el tamaño del adversario, siempre salía adelante.

En cierta ocasión, al conducir por el Boulevard Aeropuerto vio un cachorrito en el arroyo, pegado al muro de contención;  de inmediato se salió de la vía rápida, se estacionó y sorteando los carros llegó hasta él, tomándolo con cuidado para no asustarlo, pero su instinto lo mantenía pegado a la protección.  Regresó al carro y lo acomodó en su regazo.  El inocente suspiró con tranquilidad.  Al ver su carita notó que no se le veían los ojos ¿estará ciego?  Y como flecha se fue por el Viaducto hasta el consultorio de su amigo Jorge.  Lo siento, Cata, tiene fractura en el cráneo y el derrame en la cabeza hace que no se le vean los ojos.  ¿Cómo pudo sostenerse pegado al muro, sintiendo pasar veloces los coches, si ya estaba tan mal?  El instinto, Cata… y gracias a ti tendrá una muerte mejor.   Con lágrimas en los ojos lo estrechó en su pecho, lo besó y se lo entregó a Jorge, para ponerle una inyección y  que durmiera para siempre.   No tenía ni dos meses.

Cuando salió del consultorio su corazón lloraba más que sus ojos.   ¿Cómo llegó al carril de alta velocidad?  ¿Alguien lo soltó para que el de atrás lo atropellara?  ¿Sería el juguete de algún niño que no le enseñaron a cuidarlo?   En su cabeza bullían mil preguntas y una inmensa rabia nacida de la impotencia para proteger a todas esas criaturas… ¡Oh Dios, si los hiciste tan inocentes, por qué no los proteges!

Entre sus amistades, era bien conocida la ‘pasión animalera’ que sentía Cata, cosa que ella nunca trataba de ocultar y siempre defendía su punto de vista.  Nunca faltaba quien hiciera la trillada pregunta de ‘por qué si te gusta proteger seres inocentes no recoges un niño’.   Y ella contestaba: simplemente porque hay muchas instituciones que se ocupan de los niños y menos de tres que lo hacen por los animales.  Además, así le ayudo a Dios a cuidar sus criaturas, porque también son sus hijos.   Y por supuesto,  Marichu saltó:  Pero, qué barbaridades dices ‘ellos’ no son hijos de Dios – pues ella pertenecía a uno de los grupos de persignados y explotadores más grandes.  Mira, amiga, ya que sabes tanto de teología y vas todos los días a misa, habías de pedirle perdón a Dios por tu ignorancia.  Tooodddooosss somos hijos e hijas de Dios.  O sea, que plantas, flores, insectos, mares, nubes, cerros…. y nosotros,  hemos sido creados por Dios ¿o no?   Ya ves, muchas clases y retiros, pero nunca te habían aclarado este punto tus pinches curas, que sólo te sacan el dinero.

Pero Marichu no se amilanó:  Claro que sé que todo es creación de Dios, pero, los animales no tienen alma… así que no es lo mismo, mientras volteaba  alrededor pidiendo apoyo.  Pero si el alma no es otra cosa que la energía que sostiene a todo ser viviente, le dijo Clara con burla.  Y ¿no sabes que se han encontrado encimas en los árboles i-gua-li-tas al humano?   Chabis intervino:  para Navidad te voy a regalar una enciclopedia,  me parece que te hace falta.

Pero obtendrías más satisfacciones de un hijo que de un perro – comentó Carmina, con voz juguetona, tratando de desviar la discusión que se estaba volviendo pleito.  Fíjate que no, el ‘perro  siempre te recibe con gusto, llegues de mal humor,  borracha o como sea.  Él brinca de gusto por el simple hecho de verme.  ¿En tu casa te reciben igual?  ¡Por supuesto que en mi casa nadie brinca…. como chango cuando llego!-  Volvió a intervenir Chabis, quien también adoraba a los animales:  No Carmina, lo que queremos que entiendas es la gran diferencia – cuando llegas a casa siempre te cuestionan a dónde fuiste, con quién, por qué tan tarde (aunque no lo sea), etc.   Cuando eres soltera, son los padres, después el marido y cuando los hijos crecen, también ellos se creen con el derecho.

Pues yo no detesto a los animales, ni los maltrato, pero que no se me acerquen y mucho menos que me laman… con eso de que no usan papel de baño, tienen el hocico muy cochino – comentó la estirada Yolanda, frunciendo la nariz, que  acentuaba su disgusto.   -No te azotes, hija – se hizo presente la voz chillona de Dulcina , que no tenían un solo pelo en la lengua - ¡Uy que asco, se lamen la cola!  Tú no te lames la cola porque no alcanzas, pero que tal le chupas el pito a tu marido… y a varios otros… y ese es muy tu asunto.  Así que no te hagas la modocita conmigo, que no hablo al tanteo.  Además no tiene nada de malo, nosotros también somos animales y les aseguro que Diosito no ha excomulgado a ninguno de ellos.

Pues, mira Cata, eso de tanto amor y tanto miquimiquis a los animales, la verdad es que… no me parece… muy normal .    ¡Arza, hija de…!  Saltó Cata con Leo montado sobre Aries – bendito Dios que soy anormal, como su hijo, Jesús, que nació rodeado de animales inocentes que…  No le hagas caso, Cata, intervino Chabis de nuevo, la pobre no sabe ni de qué hablas;  ella nunca ha convivido con esas hermosas criaturas, es totalmente incapaz de entenderlos.  Cómo podría comprender la luz si nunca la ha visto.

¡Oigan, yo no soy ni pobre ni ciega…!    ¡A cenar,  la mesa está servida!

Era muy poca la gente que la entendía y mucha la que la atacaba o simplemente se burlaba.  Mas, Catalina defendía su bandera contra viento y marea.  Uno de los pocos con quien podía platicar libremente, era Juan.  Hay algo que siempre me he preguntado, por qué ninguna religión ha influido para que se ame, o al menos se respete, a los animales y a la naturaleza.  Estaban sentados en el campo, saboreando el cambio de colores en las nubes, el tibio viento que corría, los cantos de las aves y en lontananza, entre los verdes montes, se iba escondiendo el sol.  Mira a tu alrededor, le contestó Juan,  si sientes la naturaleza que te rodea como parte de ti y tú de ella, podrás sentir la presencia de Dios en todo lo que ves y tocas… y en ti.  Entonces no necesitarás de ninguna religión, puesto que su razón de existir es ‘enseñarte el camino para llegar a Dios’.

Pero entonces nos sabríamos ‘parte de’ y responsables del entorno, para cuidarlo y aprovecharlo, en vez de usarlo al máximo hasta agotarlo.  ¿No viviríamos mejor todos?   Pero por supuesto, Cata; todos viviríamos mejor.   Pero qué pasaría con los dirigentes poderosos que gracias a la ignorancia pueden controlar a las masas.  Si les abrieran los ojos, la mente y el corazón… los perderían.   Ellos quieren el poder, no les interesa cómo vivan un montón de idiotas.  Esos son los dirigentes espirituales. 

¿Cuándo volveremos a ser como los ‘primitivos’ tarahumaras, que le piden permiso a una planta medicinal para cortarla cuando la necesitan, o al árbol cuando le quitan un fruto para alimentarse?   Hay tanto que los ‘civilizados’ deberíamos aprender de ellos, ¿verdad Juan?   Mira aquellos montes a la izquierda,  Cata, los han arrasado porque construyen un fraccionamiento;  a ellos sólo les importa tener más, aunque después no dispongan del tiempo para gastarlo.  Qué les puede importar toda la vida que están destruyendo.

Alzaron sus ojos al cielo, ya había oscurecido y las miles de estrellas tintineaban en el tapiz oscuro de la noche.  El viento era fresco.  Todo en derredor era armonioso.  Mira esas estrellas, qué hermosas son.   Para mí son  los ojos de todas las criaturas que cruzaron mi vida y de tantas otras  que no estuvo en mí ayudarlas.   Mira cómo parpadean, parecen enviarnos mensajes que no comprendemos, pero estoy segura que nos observan y acompañan, esperando el momento en que despertemos  y nos demos cuenta de que somos sólo ‘parte’.  ¿Tú también crees que ese día, llegará?

                       < < < < < - - - - - > > > > >                 1987
                                                                                   

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