domingo, 25 de diciembre de 2011

LOS SANTOS INOCENTES

Nació el 28 de diciembre y a sus padres se les ocurrió llamarlo Inocencio.  Mas el bebé nació con ciertos síntomas peculiares, por lo que el médico realizó algunos exámenes preliminares, antes de hablar con los padres.  El niño sufría un severo retraso mental.  La madre, Violeta, lloró desconsolada - Qué he hecho para que Dios me castigue así.  Aunque Manuel, su esposo, trató de alentarla en mil formas, ella se dejó llevar por la desesperación.  La armonía habitual del hogar se desplomó, una constante tensión flotaba en el aire.  Después de un tiempo, Violeta se decidió a hablar con su marido. Había tomado una resolución.

Manuel necesito de tu amor y sobre todo de tu comprensión.  Ya no resisto, he puesto mi mejor empeño. Pero... han pasado tres año, tres largos y tortuosos años y no logro aceptar a Inocencio.  Quiero que te lo lleves... a donde quieras.  Por favor aléjalo de los niños y de mí.  No es posible seguir viviendo esta agonía.

Manuel se quedó de una pieza.  Siempre había temido que este momento llegara y se aferró a la esperanza de que nunca sucedería.  Sintió como si nadara en una pesadilla.  ¿Cómo era posible que tuviera tanto amor para con los otros y a este lo hubiera excluido?  ¿Es que el amor materno no se da a todos los hijos?  Y cómo podía pedirle su colaboración para semejante bajeza, sabiendo el profundo amor que él sentía por Inocencio, tratando de compensar el rechazo de todos los demás.  Si ella sabía de las noches en que iba a buscar a su hijo para arrullarlo y cantarle durante horas.  Y ahora, le pedía su ayuda para deshacerse de él como si fuese un cacharro que estorba.

Al reclamarle, ella se defendió.  Me ha costado mucho trabajo tomar esta decisión, pero sé que hay lugares donde podrían atenderlo mejor que aquí.  Y por supuesto que ya tienes información sobre 'esos lugares'.  También he hablado con algunos médicos y me aseguran que estaría muy bien atendido, además... no sé da cuenta de nada.  ¡Es el colmo! hasta las plantas crecen más hermosas cuando reciben amor, ¿acaso tú sabes lo que es amor?  Lo que tú sientes por Inocencio no es amor, es lástima y te has olvidado de amar a los otros tres... y a mí.  No es verdad, los amo a todos, sólo trato de compensar su desgracia, después de todo no tiene la culpa y en dado caso la culpa sería mía.  Tus sentimientos están llenos de culpa y así no se puede dar amor;  los médicos que hemos consultado aseguran que es cuestión de genética;  deja de torturarte. 

Manuel se paseaba de un lado a otro, sin poder sentarse a discutir el asunto.  Esos estúpidos galenos se creen dioses que lo saben todo... y están en pañales.  Sólo te escondes tras tus brillantes conclusiones para no tomar una decisión que sabías llegaría tarde o temprano.  ¡No me escondo de nada! simplemente le doy un poco del amor que todos le niegan.  ¿Y no has pensado en el futuro de tus hijos... comoquién querrá casarse con Lucía y Erika?  No me importa nada.

Azotando la puerta, Manuel salió de la casa, furioso.  Sentía una herida profunda en el pecho, la decisión se había vuelto impostergable y, sin embargo, no podía... no podía.  Caminó sin rumbo por horas, tratando de aclarar sus ideas y llegar a tomar una decisión.  Ni siquiera se acordó de presentarse en la oficina ycuando Violeta llamó para saber por qué no había ido a casa a comer, se enteró.  Ella lo conocía bien y comprendió la tremenda lucha por la que estaría pasando.  Cerca de la media noche, sonó el teléfono y Violeta brincó instintivamente, mientras su corazón se aceleraba.  Levantó temerosa la bocina y oyó la voz llorosa de Manuel:  Por favor... ven por mí.

Pasaron unos días sin hablar del asunto.  Hasta que una noche, Manuel fue quien empezó.  He recapacitado en la situación de Inocencio y qué será de él el día que no me... no nos tenga; me gustaría hablar con esos doctores que dijiste.  Podemos ir mañana, ellos están todo el día en el hospital.  Mañana... está bien.  Sin decir más, se tomaron de las manos.  Dios nos dará las fuerzas necesarias, Manuel.  Y espero que también el suficiente egoismo, replico él. 

No conformes con una opinión, recorrieron varias instituciones dedicadas a la atención de niños con problemas cerebrales y conocieron casos patéticos en que las criaturas no eran capaces de sostener un lápiz o llevarse la cuchara a la boca, cosas que Inocencio dominaba.  Algunos médicos les aseguraron que el niño tenía posibilidades de avanzar bastante bajo su cuidado, ya que la sobreprotección de los padres los inutilizan.  Cuando por fin eligieron el lugar más idóneo, llevaron a Inocencio, mientras los demás estaban en la escuela, al Centro de Capacitación Infantil.  Al despedirse un remordimiento lacerante les quemó las entrañas.  Pero el tiempo fue mitigando su dolor, las constantes visitas y los adelantos que veían en su hijo, les ayudó a cerrar la herida.  Veinte años más tarde la vida les daría la razón.

Entre las actividades que tenían los niños para desarrollar sus habilidades manuales y mentales, a Inocencio le gustó la pintura, aunque al principio sólo chupaba y mordía los pinceles.  Pero poco a poco fue dominando la técnica del óleo e incluso también incursionó en la acuarela, volcando en sus pinturas todo el mundo fascinante y maravilloso que llevaba dentro.  El director del plantel, viendo la calidad de su trabajo, organizó, junto con sus maestros, una exposición de sus mejores cuadros.  Alguien invitó a la prensa y así, Inocencio empezó su carrera artística.  Sus padres que lo apoyaban, sin percatarse de la calidad de su obra, se quedaron sorprendidos al escuchar la opinión de los críticos.  Los hermanos, faltos de amor, se la pasaron riendo, más bien por ignorancia y envidia.

A partir de entonces su trabajo adquirió renombre.  Las galerías se peleaban sus cuadros y hasta los coleccionistas extranjeros se interesaron por su producción.  Mas una sombra empañó esos años, sus padres fallecieron en un accidente y los médicos temieron la reacción del chico, ya que sus visitas frecuentes constituían un gran incentivo para él.  Cómo explicarle a un niño de 7 años mentales, el significado de la muerte. ¿Sería suficiente decirle que sus padres se fueron a vivir a las estrellas?  Profesores y médicos redoblaron el afecto sincero que sentían por él.  En sus pinturas se notó de inmediato la ausencia de sus seres queridos.  Con el tiempo se fortaleció y su obra mejoró.

Dos meses después del accidente, los hermanos empezaron a gestionar la custodia legal fuera de la institución.  Apelaron a todas las leyes y después de dos años, lo lograron.  Para Inocencio significó una gran alegría vivir en su casa, con su familia, aunado a la libertad de entrar y salir cuando quisiera.  Para Erika, Raúl y Lucía, el 'aguantar al hermanito'   significaba un gran porvenir colmado de lujos, viajes y demás extravagancias que cada uno imaginaba.   A los 25 años, Inocencio era millonario, aunque ignorara todo lo que podía lograrse con tanto dinero.   En su mundo infantil las armas eran de plástico y las balas invisibles, las guerras eran juegos entre indios y cherifes, la tragedia se armaba por no encontrar una canica y le contentaban con helado y pastel.  En su mundo todo era limpio, era sincero como su mirada y su sonrisa.  El amor que recibió de sus padres lo derramaba a manos llenas a todos a su alrededor.  En su corazón de niño inocente encontraba todo lo necesario para ser feliz.

                    < < < < < - - - - - - > > > > >            1990

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