domingo, 3 de marzo de 2013

PADRE O SEMENTAL

Lucrecia recibió un citatorio del IV Juzgado de lo Civil para su esposo, un martes a media mañana.  Cuando por la noche regresó  Ildefonso del trabajo, se lo entregó. Al abrirlo se quedó sin saber de qué se trataba, ya que sólo se solicitaba su comparecencia para el siguiente martes a las 10am.  ¿Qué acaso tienes deudas por ahí o andas metido en negocios turbios?        Luego, luego imaginando lo peor, ¿cómo quieres que sepa de qué se trata, si aquí no se menciona nada?

El día fijado, Ildefonso llegó al juzgado con dolor de estómago provocado por el pleito con su esposa que se empeñaba en acompañarlo.  Su dolor se hizo más intenso al enfrentarse con su demandante, Carmina con quien había tenido relaciones extra maritales cinco años atrás.

- Sí, señor juez, sostuvimos relaciones hace varios años, pero ella sabía bien que estaba casado – a la fecha tengo ya 15 años -  puesto  que trabajamos en la misma empresa, antes y ahora.

- No, señor juez, yo no quería más hijos, ya entonces tenía tres.  Ella me lo propuso y le dejé bien claro que yo no quería más hijos.

- Sí, señor juez, la prueba está en que la niña no fue reconocida por mí, ni registrada con mi apellido.

- No, señor juez, no dudo que sea hija mía, se me parece mucho.  Pero yo nunca he sido su padre, simplemente la engendré… y con engaños.

- Si, señor juez, estoy dispuesto a hacer todas las pruebas que me solicite.  Pero no estoy dispuesto a mantenerlas.

Carmina era una mujer guapa, de 42 años,  con un físico atractivo.  El día de la audiencia se arregló con detalle y llegó acompañada de su abogado, quien expuso el asunto ante el juez, mientras ella permaneció callada observando a Ildefonso.  Al terminarse la sesión lIdefonso salió con la cara roja de coraje y se fue directo a los sanitarios a vomitar.  Ni siquiera volteó a ver a Carmina.

Camino al trabajo, Ildefonso        iba mascullando sus pensamientos. Ahora qué le voy a decir a mi mujer.  Esta maldita bruja ya me partió la madre.  Pero, yo tengo más influencia que ella en la compañía y se va a arrepentir.  Esto no se queda así.

Carmina se sintió triunfante cuando salió del juzgado, con el Lic. Lara a su lado.  Ya verá usted, doña Carmina a este innoble padre le vamos a exprimir todo lo que podamos.  Así lo espero, licenciado.  Aunque tenemos todas las cartas a nuestro favor, no estaría de más que se le hiciera un pequeño obsequio al juez… usted sabe.  ¿Y qué clase de obsequio recomienda usted?.  Pues digamos… unos veinte mil.  ¡¿Tanto?! Se trata de un juez, doña Carmina.

Ese licenciadito te está viendo la cara, amiga; cada vez que puede te saca dinero, con cualquier pretexto.  Te has creído que vas a ganar, pero nomás te vas a quedar sin pensión y sin tus ahorros.  Qué buenos deseos, Margarita.  Por supuesto que no son mis deseos, sino lo que veo, Mina.  Pues es su hija y tiene que pagar.  Ya me he fregado bastante estos cuatro años, con dos trabajos, para poder salir adelante.  Sí, lo sé y lo he visto, pero se te hizo muy fácil cuando sólo eran planes. 

Cuando la relación iba bien… estábamos felices y lo veía todo color de rosa; pero cuando supo que estaba embarazada, hizo un tango y desapareció.  Ya lo sabías, la idea de tener una criatura fue sólo tuya y te sentiste invencible ‘ante lo que fuera’.  Pero ya no, estoy muy cansada y me angustia que llegue a enfermarme y deje a mi hija en el desamparo.  ¿Y crees que con que pague la pensión alimenticia, el día que tu faltaras, se la llevaría con su familia?  Es que, seguro que aunque sea nomás por fastidiarme, pedirá algunos días de visita y con el tiempo…  ¿Se te ha olvidado que él ya tiene tres hijos?  Pero los tres son hombres…y Beatriz se parece tanto a él que acabaría queriéndola.  Creo que estás verdaderamente agotada y ya no piensas.

Los trámites, el papeleo, las citas, los desembolsos… siguieron meses y meses.  Mientras tanto, Ildefonso se dedicó a echarle tierra a Carmina entre los compañeros de oficina.  Todo mundo se enteró del asunto, desde el punto de vista del “pobre” Ildefonso.  Después de dos años, por fin se dictó sentencia.

Sra. Carmina Mendoza Álvarez, usted interpuso una demanda contra el Sr. Ildefonso Torres Juárez, por paternidad irresponsable.  Los resultados de los estudios han demostrado que efectivamente el acusado es padres de su hija, la menor Beatriz Mendoza Álvarez.  Con el fin de llegar a buen término y para la seguridad futura de la menor, el acusado ha solicitado la patria potestad de la criatura, pensando en su bienestar.  ¿Está usted dispuesta a ello?

Carmina se quedó helada.  Ese maldito sabía que nunca estaría dispuesta a separarse de su hija.  ¿Qué haría él si accediera? Ya su matrimonio se había venido abajo, así que no le importaría  arriesgarse.  Carmina sintió rayos y centellas recorriendo su cuerpo y le salían por los ojos.  Haciendo un gran esfuerzo alargó la mano para tomar el vaso que tenía enfrente y beber un poco de agua.

-No, señor juez, ese hombre sabe muy bien que nunca me separaría de mi hija, a ningún precio.
- En ese caso, queda asentado que usted ha rechazado la única solución que esta corte podía ofrecerle.  Su demanda queda anulada.  Se cierra la sesión.

Carmina salió del juzgado devastada.  Su mente zumbaba y sus ojos estaban nublados.  Ni siquiera vio la sonrisa de triunfo de Ildefonso.  Todo había acabado, ya no había más opciones.  Tenía que enfrentar el futuro que labraría para ella y su hija.

- Las mujeres siempre perdemos, Magos.  –Es que no sabemos pensar con la misma frialdad.  –Qué estúpida, cómo pude llegar a pensar que… -No te recrimines, porque si lo miras bien tú saliste ganando.  Tu hija siempre ha sido y seguirá siendo siempre tuya.  Si hubieras ganado la pensión, tendrías que haber cedido a compartirla con un hombre que se hubiera dedicado a envenenarla en tu contra, igual que lo ha hecho con todos los de la oficina.  –Por eso, mañana renunciaré en la compañía.  –Me parece una excelente idea, ¿y también piensas mudarte de casa?  -Me iré de la ciudad. Buscaré un lugar tranquilo, no muy grande. Donde no vea ninguna cara conocida… sabes que no es por ti.   Saldremos adelante, Magos,  trabajando de lo que sea.  Nunca olvidaré tu apoyo. –Sabes que siempre contarás conmigo. Estaremos en contacto.  Las dos amigas se abrazaron muy  fuerte, sabiendo que las promesas las diluye el tiempo.

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