sábado, 10 de marzo de 2012

PARTO GALÁCTICO

Una llamada sonó en el lóbulo  frontal izquierdo de su cabeza, a las cuatro de la madrugada.  Con gran modorra preguntó mentalmente ¿qué es tan urgente?  Sabía quién estaba llamando, ya que sólo el jefe de sus más cercanos asistentes tenía el código nocturno.  “Capitán, tiene que ver el canal del satélite 385, están transmitiendo algo ¡maravilloso!  Capitán, por favor no se duerma, es algo que apoya definitivamente su teoría, por la que ha luchado tantos años”.      Como resorte, Braulio saltó de la cama y fue hasta la sala .

 Chasqueó los dedos y se encendió la pantalla  colocada en una de las paredes. Una enorme nebulosa la cubría casi toda.  Podían verse claramente varias constelaciones, que según el informe de los científicos se habían ido descubriendo conforme los  telescopios , métodos de radar, sondas espaciales, etc.  iban siendo más sofisticados cada vez.

“... parece ser que nos estamos acercando a una nebulosa.  Según el reporte que acabamos de recibir, la imagen será un 25% más nítida en pocas semanas y podrá ser vista con simples telelentes....  Este es un momento grandioso, señoras y señores.  Ustedes, como nosotros, deben tener mil preguntas golpeándoles la cabeza en este instante:  ¿la comunidad científica desde cuándo lo sabe?  ¿por qué no se ha informado a la ciudadanía de lo que está ocurriendo?  Entonces, ¿la teoría del Dr. Braulio Ornelas, que se trató de opacar, cuando dijo que nosotros vamos hacia la nebulosa, es cierta?  ¿O lo que dijo el general Conelo Lemotif que afirmó que la nebulosa viene a nosotros?  O a la mejor, ninguno de los dos.  Estaremos pendientes de las opiniones que nos darán hoy mismo un grupo de científicos a quienes entrevistaremos......

Con otro chasquido la imagen desapareció.  Había permanecido de pie escuchando la transmisión, absorto en la espléndida imagen que brillaba nítidamente en la enorme pantalla.  Se dejó caer en un sillón. “Al fin se comprobará que tengo razón.  Lo sé.  Siempre he sabido que vine a develar la oscuridad, a señalar el camino para salir de este pozo negro.  Es algo que siempre he sabido... aquí dentro.  Ahora tendrán que creerme”.

Los científicos de todo el planeta se reunían en conferencias interminables, ya que la evidencia era irrefutable.  La galaxia  entera iba hacia ‘una salida’, donde imperaba una claridad constante.  Sería como el encontrar la salida de una cueva.  El Dr. Ornelas, ahora avalado por muchos otros, sostenía que la extinción de los dinosaurios  y la glaciación por el cambio en el eje magnético,  se habían producido por el tremendo impacto sufrido al caer en un agujero negro.  En aquel momento todos se burlaron de él.

El impacto entre el gran público fue tremendo y ya no se podía seguir ocultando lo que sucedía por más tiempo.  Los titulares de periódicos y revistas eran alarmantes:  Hemos vivido dentro de un agujero negro por miles de años;  estamos saliendo de un agujero negro ¿hacía dónde?  ¿nos esperan nuevas catástrofes al salir?  Nadie puede decir qué pasará dentro de esa hermosa luz...  El punto de mayor controversia era la teoría que había existido de que en el interior de un hoyo negro, lo que cae se desintegra.  Pero ellos que habían vivido en una eterna media luz, sabían que las partículas cuánticas se re-aglutinan y todo continua.  ¿Sería en ese punto dónde quedó el eslabón perdido?  Aunque muchas cosas y seres, cuyos fósiles se encontraron, no habían logrado superarlo,  era evidente que otros sí. ¿Sería por la selección natural del más fuerte? Aunque ahora  la gran incógnita era si pasaría lo mismo al salir. ¿Quiénes sobrevivirán ante el fuerte cambio de vibración que debe existir de uno y otro lado?

Durante los cinco años siguientes no se dio mayor información que escuetas notas sobre simples hipótesis de que todo sería más hermoso.  Como las masas no tenían acceso a la sofisticada maquinaria de investigación, ni el conocimiento para manejarla, aceptaban los reportes noticiosos conscientes de que ni los científicos sabían qué pasaría en realidad.  Por ello se fueron formando grupos por doquier, que crecieron poco a poco, de personas que deseaban saber más.  Era gente interesada en el crecimiento de la humanidad. Desde treinta años atrás conocían la teoría de que el sistema solar entraría a una zona de mayor intensidad vibratoria, llamada el “cinturón de fotones”, lo que produciría un salto cuántico a otra dimensión.  El inició sería revelado por tres días de oscuridad total, durante los cuales la actividad sería nula permitiendo a los organismos modificar la estructura del ADN.  Los sobrevivientes empezarían una nueva raza, otra forma de vida.

Ahora se trataba de toda la vía láctea que sería “vomitada” de un agujero negro.  Y conforme se acercaban a la boca, podía sentirse que la energía corría más de prisa.  Las personas sensibles podían percibirlo en alteraciones constantes de humor, falta de sueño o de apetito, angustia súbita, cansancio, etc. El gobierno se mantenía en silencio para evitar el pánico lo que generaba más confusión.

Cuando las primeras noticias sobre la banda de fotones se propagaron, diversos grupos se pusieron a trabajar. Los millonarios construyeron bunkers, los místicos se refugiaron en el aislamiento, los dirigentes sociales y religiosos trataron de mantener desinformados a la mayoría “por su propia seguridad”.  De la misma manera se fue esparciendo información sobre la nueva situación que enfrentarían.  Aunque nadie sabía bien lo que ocurriría.  ¿Podrían soportar una velocidad cada vez mayor?  ¿Hasta dónde serían lanzados?  ¿Al traspasar la boca del hoyo negro se desintegrarían?

El 21 de diciembre del 3011 empezó la cuenta regresiva y la mayor parte de la población mundial estaba sobrecogida en una mezcla de desesperación e impotencia.  Se incrementaron los suicidios, el vandalismo, los accidentes de todo tipo, la deserción de escuelas y empleos.  Las finanzas se desplomaron, las fábricas bajaron su producción y muchas cerraron.  Ya nadie encontraba la razón para seguir adelante, luchando por un futuro, si nadie podía asegurarles lo que pasaría el próximo equinoccio de invierno.  Por otra parte, las familias se unieron, las amistades se estrecharon, los templos del mundo entero volvieron a llenarse,  los jerarcas se quedaron sin tener a quien mandar, las ambiciones se desmoronaron.  La gran red de información mundial sirvió para informar con los mayores datos disponibles, sobre la forma de enfrentar el cataclismo al que se acercaban sin remedio.

Y el día que tenía que llegar, llegó.  Las calles vacías, ningún ruido se escuchaba, el silencio era aplastante.  Los animales se refugiaron en sus madrigueras.  La gente cerró puertas y ventanas, provistos de gruesas cobijas, agua, fruta y verduras a mano.  La creciente velocidad del viento, incomparable al peor huracán, indicó la proximidad del momento.  Cerraron los ojos y elevaron sus plegarias a los dioses por ver de nuevo la luz del sol.

Al pasar por la boca del hoyo negro la cortina de energía “exprimió” a cada planeta que iba pasando.  Hubo erupciones, terremotos, deslaves, ríos desbordados, playas succionadas por el mar, los muros de muchas casas crujieron y cayeron.  En pocas horas el planeta estaba desfigurado. 

Sin embargo, al traspasar la boca, contrariamente a lo especulado, en vez de continuar a la misma velocidad o quizá mayor,  todo cambió.  Cada planeta flotaba apaciblemente en su lugar dentro del sistema solar y cada constelación seguía en su respectivo sitio.  Una constante claridad iluminó a cada integrante de la galaxia entera, que ahora se movía en el sentido de las manecillas del reloj.  Después de varias horas, el canto de algunos pájaros anunció la calma.  Aquellos que sobrevivieron fueron saliendo de entre las ruinas, para enfrentar la devastación de la naturaleza, con el espanto reflejado en sus ojos ante la posibilidad de ser los únicos, ya que sólo veían ruinas alrededor.  Poco a poco fueron encontrando a otros, se unieron, rehabilitaron espacios y los compartieron.  Igualmente buscaron víveres, se dividieron tareas, entre las que se dedicaban a buscar sobrevivientes.  Los muertos estaban secos, así que los dejaron bajo los escombros.

No faltaron las personas que se habían puesto a estudiar las plantas y cómo cultivarlas.  Salvaron muchos árboles caídos y replantaron muchos frutales.  Aquí y allá encontraron buenas dotaciones de semillas.  Sus cuerpos se habían vuelto más ligeros y casi no pisaban la tierra al caminar.  Aunque trabajaran todo el día no se cansaban, dormían pocas horas.  La luz los alumbraba continuamente.  Una luz que los alentaba a olvidar el pasado y vivir en el eterno hoy. 

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