jueves, 15 de septiembre de 2011

PRESENTACIÓN

Me siento muy feliz de entrar en esta nueva corriente de comunicación, para compartir con uestedes algo de mis vivencias, mis apreciaciones, mis momentos gozosos y los tristes también,  todos transformados por la magia de la imaginación y la palabra.  Quiero iniciar con el primer cuento que me publicaron - en el suplemento dominical del Diario de Q.R - ¡en primera plana! en junio del 89 (gracias a Jorge Brogno que me dió tan inmensa alegría).  Este cuento lo escribí en el 86 cuando planeaba venir a Cancún buscando un cambio, se publicó cuando había entrado en la corriente metafísica - que me cambió la visión de la vida - y la forma en que se dió fue un maravilloso giro de 180 grados.  Ahora siento que ésta será una experiencia, nueva, furctífera y que me da la espléndida oportunidad de compartir(me) con todos.   Gracias.

                                                       LA  VISITA

Sentada en la playa solitaria, veía a la lejanía observando las nubes cómo caminaban y cambiaban de forma, y las aves que se remontaban al cielo perdiéndose entre los rayos del sol.  Le gustaba pasar así horas enteras, oyendo el murmullo de las olas, el chillar de los pájaros y sentir el dulce abrazo del sol bronceando su piel.

¿Hasta dónde llegaban sus pensamientos?  ¿A quién le contaba sus penas y sus alegrías?  ¿Era un ser totalmente solitario?  ¿Era joven o era vieja?  ¿Vivía por ahí o venía de muy lejos?  No hablaba con nadie, sólo se sentaba horas enteras a ver el mar, a convertirse en ola o espuma y evaporarse para transformarse en una de esas nubes que tanto le gustaban.  A veces - sólo algunos la habían visto - se sumergía en el mar y soltando su cuerpo lo dejaba flotar a la deriva, vigilando la orilla, para regresar cuando se alejaba mucho.  Nadie sabía nada de aquella extraña mujer que iba a la playa casi a diario, siempre sola.

En una de aquellas tardes en que su espíritu se complacía disfrutando de una hermosa puesta de sol, , apareció una pequeña burbuja de jabón, girando a su alrededor, arriba, abajo, casi rosándola hasta lograr que ella notara su presencia.  Al percatarse de ella, la mujer se quedó observándola inmóvil, suspendida en el aire, frente a sus ojos, viendo cómo los rayos del sol, ya débiles, se reflejaban en mil colores sobre la superficie de la burbuja.  Ésta empezó a balancearse suavemente, con movimientos lentos y armoniosos.  La mujer sintió el deseo de tocarla y alargó la mano con la palma hacia arriba, para ver si la podía tomar sin desbaratarla, pero la burbuja se posó dulcemente en su mano.  Sintió un gozo enorme al contemplarla tan frágil y delicada; se la acercó para poder contemplarla detalladamente - quería saber si los colores que tenía  salían de aquella esfera translúcida o eran reflejo de las luces postreras del día.

A pesar de que la esfera era transparente, al fijar la vista en ella empezó a distinguir pequeñas figurillas que se movían en el interior.  Tan absorta estaba que no percibió que la esfera iba creciendo, sólo se percató de que poco a poco iba distinguiendo mejor lo que había dentro.  Era una comunidad llena de casas, calles, gente, animales -pero no había vehículos, la gente como que flotaba, se movían sin tocar el suelo.  Su vista se  fijó en una casa - y como en las películas - las paredes desaparecieron y su mirada penetró al interior.  Era una casa como cualquier otra, no tenía nada de particular, sin embargo, algo la atraía.... ¡el interior de aquella casa ya lo conocía!

De pronto, una voz la llamó por su nombre.  Le pareció que la voz salía de la burbuja, pero como no podía ser cierto, volteó a todos lados buscando a la persona que le había hablado, mas no encontró a nadie.  Al regresar su mirada a la esfera, se asombró del tamaño que había adquirido ésta, tenía como ¡un metro de diámetro!  La misma voz la volvió a llamar y tuvo que aceptar que la voz venía de aquel raro y hermoso objeto.  La mujer sintió un poco de miedo, tragó saliva y se animó a contestar.  Su voz no salió, pero aún así la burbuja la escuchó y poco a poco el diálogo se fue dando.

La voz era suave y tierna, transmitía confianza.  Así la mujer empezó a cuestionar sobre todo lo que había visto dentro de aquella esfera.  Todas sus preguntas fueron contestadas, sin misterios, sin velos.  Después ella sola empezó a hablar de su vida, sus alegrías, sus penas y su soledad - en la que no había nadie, porque ya en nadie creía a consecuencia de profundas desilusiones, ocasionadas por una búsqueda infructuosa, fatigante e inútil.  Por eso ahora su refugio era el mar, el cielo, la naturaleza toda, de donde absorbía la alegría para seguir viviendo.

Volvió a preguntar mil cosas sobre aquel mundo dentro de la burbuja:  de su vida, de sus sentimientos, de sus respetos, de sus valores y de muchas otras cosas.  Cuando se sintió saciada en su interior, le pidió que la llevara a su mundo, donde presentía que encontraría la respuesta a su existencia.

La burbuja le pidió que se pusiera de pie, creció otro poco y la envolvió.  Lentamente se elevaron de la playa y cuando el sol se ocultó totalmente, iban atravesando las nubes.  Las paredes eran transparentes y rígidas, como una enorme ventana por donde podía ver cómo todo se iba haciendo más pequeño, hasta que el mundo entero se volvió una bolita azul, que después dejó de percibir, así como la cantidad de estrellas a su alrededor, ya que la visibilidad se iba nublando y oscureciendo paulatinamente, hasta tornarse todo en una oscuridad cerrada.  Pero la mujer no tenía miedo, al contrario, se sentía completamente segura.

Recargó su espalda en la pared de la esfera, la que sintió suave y mullida.  Se fue deslizando hasta acomodarse con las piernas dobladas cerca del pecho, preparándose para un viaje que quizá sería largo.  Descansó su cabeza, cerró sus manos con los pulgares dentro del puño.  Su cuerpo estaba completamente relajado, sintiendo una lacitud que no recordaba haber sentido nunca. Una suave canción de cuna vino a su memoria.  No había ni frío ni calor, el entorno era tibio, dulce y profundamente acogedor.  En su mente apareció aquella casa que le pareció familiar y empezó a soñar que ahí viviría - que la estaba esperando ya.  Sin sentirlo, poco a pco se fue quedando dormida y una leve sorisa iluminó sus labios.

                                                             F  I  N

No hay comentarios:

Publicar un comentario